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(click to show/hide)Corría el cuadragésimo segundo verano del siglo del Dragón. El resplandeciente fulgor del sol diurno surgió de entre las lejanas colinas para acariciar los campos de trigo con su cálida luz, mientras estos danzaban felices al son del viento en respuesta a sus atenciones.La tierra de Ulma era una tierra particular como ninguna otra, pues muchas cosas funcionaban al revés; Los hijos encontraban cosas que sus madres no lograban hallar, los bueyes se sentaban en carromatos mientras se dejaban llevar por granjeros, y el orujo estaba bueno y todo.El viejo cazador McKenroe volvía de recoger las presas que sus cepos habían capturado. Un mapache, un par de ciervos y un extraño mamífero torpe y baboso que no lograba identificar muy bien, pero con el que podía establecer claros paralelismos con su suegra.Su vida era pacífica y próspera en aquél molino. Desde que Chuck Norris venció a aquellos alienígenas todo había sido calma chicha. Sin embargo, al acercarse al molino donde vivía, algo llamó su atención; su familia no se dejaba ver por ninguna parte. Al aproximarse más al recinto pudo ver muchas herramientas tiradas por el suelo - Cedazos y cribas destartaladas como consecuencia de un forcejeo.Alarmado, saltó del carro y fue corriendo a la entreabierta puerta, y al desencajarla de una patada pudo ver con asombro como en su interior...
Y una vez más, giró la vista al interior de su morada para encontrarse con ese olor a caliente y pegajoso crúor de nuevo, provócándole una náusea tan profunda como…