Buenas noches niños! No había posteado la pregunta antes porque como os veía tan entretenidos hablando de fiestas de pijamas, me dije no voy a ser yo quién interrumpa la diversión xDDD.
En fin como el señorito Paco se ha quejado de que mis noticias son muy cortas e interesantes y le sienta muy mal que sobresalga más el color y el tamaño de la pregunta que mis noticias, he decidido complacerlo con una notica mayor y mucho, mucho más interesante y con la pregunta no resaltada sino mezclada en la noticia, es por ello que hoy os hablaré del decálogo de motivación para el cambio, algo que me tuve que estudiar el año pasado y dentro del mismo encontrareis la pregunta.
Si estáis pensando muchas cosas de mí, por favor os pido que desvíes todos esos pensamientos hacia Paco, él ha sido el que ha tenido la idea, y sería muy mal por mi parte llevarme todo el mérito.

Además
pido encarecidamente a aquellos que encontréis la pregunta que no la resaltéis ni le hagáis quote, simplemente respondedla, de lo contrario Paco estaría muy decepcionado. Comprended que solo intento complacer a mi público. No les entretengo más aquí tenéis la noticia y la pregunta. Suerte!
Hoy les hablaré del Decálogo de motivación para el cambio, una herramienta muy útil para motivar al paciente en el cambio de conducta y como indica su nombre consta de 10 pasos:
1. Elegir el momento adecuado
El momento idóneo es aquel en el que tanto el paciente como el sanitario no se sientan alterados emocionalmente. Si el profesional se siente enfadado porque el paciente no logra bajar los kilos pactados o bien presenta un trastorno emocional por otra causa, es preferible no aplicar el decálogo. Puesto que si el sanitario no sabe cómo gestionar sus emociones, es probable que culpabilice y realice reproches al paciente, provocando en éste una actitud defensiva.
Si es el paciente el que presenta una alteración emocional es recomendable posponer el decálogo, puesto que normalmente en situaciones de estrés emocional tanto la recepción de los mensajes como la capacidad cognitiva para tomar decisiones no es la oportuna.
2. Ir de uno en uno
Para cambiar de hábitos es necesario hacerlo de forma gradual, de uno en uno. Si se proponen varios cambios el paciente puede sentirse agobiado. Siendo realista, en la mayoría de los problemas de salud hay que realizar varios cambios, por tanto, para respetar la regla de “ir de uno en uno” se debe priorizar. En principio, se pueden priorizar aquellos cambios que menos esfuerzo va a suponer, sin embargo en ocasiones debido al problema de salud existente es necesario el cambio más urgente.
3. Preparar la intervención
El sanitario debe plantearse cuándo y cómo (con qué argumentos y alternativas) se le indica a la persona el cambio de conducta. Con el fin de mejorar la intervención es fundamental preparar previamente un guión, porque si no se realiza se corre el riesgo que el profesional diga al paciente lo que debe hacer y éste no sea participe en la toma de decisiones.
4. Crear un ambiente distendido
Es importante generar un ambiente cálido y acogedor para que el paciente sienta confianza. Se tendrán en cuenta elementos que influyen en el lugar (luz, ruido, olores, decoración), así como de ser conscientes de manejar correctamente habilidades de comunicación verbal y no verbal (sonrisa, escucha activa, contacto visual).
El inicio de la conversación debe ser sereno, se dirige a la persona por su nombre y se muestra interés con temas relacionados con el paciente (hobbies, trabajo, familia,…). Posteriormente se aborda la necesidad de cambiar de comportamiento.
Los pasos del 1-4 constituyen los preparativos previos a la intervención que se realiza en el punto 5.
A modo de ejemplo, se cita un caso clínico. Ana es una mujer de 59 años de edad, diabética tipo 1, con amplia jornada laboral y con frecuentes hipoglucemias relacionadas con incorrectos hábitos alimentarios.
5. Describir la conducta del paciente
“Cuando comes 2 o 3 veces al día y sin un horario fijo,….”. Es importante centrarse en la conducta que provoca consecuencias negativas en la salud, puesto que se dispone de dicha información por entrevistas previas. El empezar la frase con un “cuando” tiene la ventaja de no cerrar la frase y evita entrar en discusiones con respecto a la frecuencia con la que se da la conducta. Es fundamental señalar que la frase termina en un coma (es una frase abierta). Si termina en un punto es una frase cerrada (“comes 2 o 3 veces al día), resulta más agresiva y se asocia a un reproche.
Es muy importante no juzgar y no culpabilizar la conducta empleando términos valorativos (“cuando comes sin un control”), es preferible utilizar términos descriptivos.
6. Señalar las consecuencias de la conducta (el problema)
“Sueles tener hipoglucemias, te sientes fatigada para realizar tu trabajo y te sientes mal porque crees que te vas a desmayar”. En este punto se le indica a la persona las consecuencias desfavorables que está teniendo su conducta, con el fin de conseguir atención plena en el problema. No lo que hace o deja de hacer la persona. De este modo, al intentar buscar opciones para solucionar el problema es la persona la que decide la alternativa mejor para sí misma. Por otra parte, conviene recordar que las consecuencias son numerosas y en diferentes ámbitos, no sólo a nivel físico (hipoglucemias), sino también laboral o emocional.
Teniendo en la mayoría de los casos un impacto superior las emociones negativas que las consecuencias físicas. Por ello, es importante que la persona acepte que existe un problema. No se debe dramatizar, ni exagerar las consecuencias negativas del comportamiento, puesto que la persona puede sentirse amenazada o con miedo, lo que provoca que entre en una etapa de negación y deje de escuchar.
7. Empatizar con su conducta
“Yo comprendo que con tu horario laboral te resulte difícil tomar un descanso y comer. Y también comprendo que cuando no hay hambre no apetece comer”.
La empatía es una cualidad que permite ponerse en el lugar de la otra persona y transmitir comprensión de los problemas expresados. Se puede empatizar sin implicar estar de acuerdo. También es importante evitar el “pero”, puesto que se pierde la magia de la comunicación (“te entiendo pero”). En el caso de entender la postura del otro, hay que empatizar con una frase y terminar en un punto.
Si no es posible entender la postura de la otra persona, es recomendable saltarse este paso, puesto que los mensajes que se emitan pueden dañar la comunicación, tanto de mensajes no verbales que manifiesten falta de credibilidad o bien que inevitablemente se “diga” el “pero”, que puede convertirse en reproches o en un gran sermón.
8. Asumir la propia responsabilidad en el problema
Es la del profesional, si la hay. Se recomienda empezar la frase como “Tal vez yo …”. Por ejemplo, tal vez yo no le había dado demasiada importancia a…..”.
Este punto sólo se lleva a cabo si el profesional lo considera oportuno.
9. Pedir alternativas para solucionar el problema
Se pide a la persona mediante una pregunta que reflexione alternativas a su problema. Es conveniente que se realice en plural para que se vea la implicación de ambas partes: ¿qué crees que podemos hacer para que tengas menos hipoglucemias, no tengas sensación de fatiga y no lo pase mal?. Una vez realizada la pregunta, la actitud del profesional debe ser receptiva y tranquila, esperando la respuesta del paciente. Además, el lenguaje corporal debe indicar al paciente que “ahora es su turno”. Si el paciente no da alternativas y espera que el profesional se las aporte, es necesario tener paciencia y volver a formular la pregunta indicando al paciente que seguro que encontrará la mejor alternativa y que se ajustará más a su realidad. Alguna vez has tenido algún problema serio con un user. Si se cree conveniente se le dice que lo piense en casa y que se tratará en la nueva consulta.
Si el paciente propone una alternativa que para el profesional no es del todo valida, se recomienda realizar la prueba (en un diabético tipo 2, seguir con las pastillas en vez de pasarse a la insulina si el paciente se compromete a mejorar su dieta y actividad física).
En este punto hay que trabajar las consecuencias del problema.
10. Proponer alternativas para mejorar el problema
El profesional propone alternativas a modo de pregunta, no como un consejo. De este modo, el paciente decide. “¿Qué te parece si hacemos una lista de alimentos que puedes llevar a la oficina?, ¿qué te parece si programas tu móvil para que te avise a media mañana y media tarde?.
Una vez que el paciente decide la alternativa, se decide de forma conjunta cuándo y cómo se realizará.
Intervenciones posteriores a la aplicación del decálogo de motivación para el cambio
Si el paciente toma la decisión de realizar algún cambio de comportamiento se deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Reforzar su conducta: se debe mostrar satisfacción empleando los mensajes “yo” (diciendo lo que se piensa o siente), “me alegro que hayas tomado esa decisión”. Estos mensajes ejercen más refuerzo que los mensajes “tu”, “has hecho bien en tomar esa decisión. Es decir, hay que valorar el comportamiento y la actitud de la persona, para ello cada profesional empleara su propio estilo, evitando en todo momento los reproches, “ya era hora de que…..”.
El refuerzo debe ser inmediato, con convencimiento y entusiasmo.
- Motivar al paciente: indicando las consecuencias positivas que va a tener el cambio de conducta, “con este cambio en los horarios de las comidas seguramente no se van a producir hipoglucemias”.
- Autorefuerzo: hay que insistir en la necesidad del autorefuerzo en la propia regulación de la conducta, puesto que no siempre se dispone de alguien en un momento determinado (refuerzo externo).El beneficio del autorefuerzo, no sólo es para el paciente, sino también para el profesional. Por ello es importante que ambos entrenen la habilidad de valorar los logros conseguidos (“bien, soy capaz de conseguirlo”, “Muy bien, es más fácil de lo que pensaba”, “ha sido genial que Alberto baje de peso”
También pueden utilizarse refuerzos materiales (regalos, comida extra) y de actividad (viajar, bailar).
- Mantenimiento del refuerzo a lo largo del tiempo: de vez en cuando es conveniente el refuerzo, “Estoy contenta de ver que puedes adaptarte a los horarios de las comidas”. Es recomendable cambiar el tipo de refuerzo con el fin de evitar que el paciente se aburra y deje de ser efectivo.”Para instaurar conductas se requiere un refuerzo continuo, para mantenerlas un refuerzo intermitente”
Las primeras veces que se aplica el refuerzo se tiene la impresión de que es “poco natural” o “teatral” como comentan tanto profesionales como pacientes. Es normal hasta que se convierta en habitual. Por tanto, se debe entrenar el uso del refuerzo, reforzar lo que ha salido bien y buscar alternativas a lo mejorable y adaptar el refuerzo al estilo personal (hay profesionales más expresivos y otros menos, más cálidos y menos cálidos, más simpático y otros más serios).
En el caso de que el paciente no quiera realizar ningún cambio se proponen las siguientes estrategias:
- Aplicar de nuevo el modelo PRECEDE para detectar qué dificultades tiene el paciente para seguir su tratamiento.
- Seguir motivando, pero señalando al paciente que el problema no está resuelto. El mensaje se debe realizar en un tono firme, neutral y sereno. Sin culpabilizar, sin reproches, sin amenazas: “considero que vas a seguir teniendo hipoglucemias”.
- Autorefuerzo profesional, reconociendo que se ha hecho todo lo posible y que a veces puede existir el fracaso terapéutico.
No os quejéis que yo me lo tuve que aprender todito el año pasado
